Tengo muchas razones para rendir homenaje a mis compañeras de especialidad. Me quedaría con estas pocas.
Son el exponente del liderazgo de género traducido en una cada vez mayor frecuencia de urgenciólogas en los diferentes servicios. Ya son mayoría. Son el ejemplo práctico de la adaptación de su vida personal al servicio de los pacientes, dejando al margen en muchas ocasiones intereses de conciliación y sin tener reconocida aún en España esta labor.
Son la garantía de comprensión, por afinidad, de los colectivos vulnerables de nuestra sociedad. Y esto se refleja en la especial sensibilidad con la que manejan situaciones como el maltrato, las violaciones o los casos de sumisión química.
Por mi parte solo me toca reconocer su trabajo, exigir que se reconozca, y agradecer ser mejor gracias a ellas.
Juan González Armengol, urgenciólogo